El primer concurso poético en Quito
Rapsodas mañaneros
El primer concurso
poético en Quito
Por
Fabián Núñez Baquero
Tratar de imaginarse
Quito hace 400 años puede ser un prodigio de finura y penetración
hasta para cualquier hijo de esta misma ciudad. Para comenzar, en
toda su extensión su piso era de pura tierra puesto que no la habían
empedrado todavía. Y siendo una ciudad donde impera el frío y la
lluvia ya se pueden imaginar el lodo, los ciénegos y resbalones al
granel que esperaba a los viandantes y hasta a los caballeros,
aquellos que disponían del motor de la época: un caballo. No había
luz eléctrica, no existía sistema de alcantarillado, ni se soñaba
siquiera en la existencia de agua potable y es obvio pensar que los
quiteños- igual que los ciudadanos del planeta- no poseían teléfono
ni todo el triquitraque electrónico que ahora felizmente poseemos.
Era,por consiguiente, una
ciudad típicamente casaterrera- salvo las iglesias y monumentos y
alguna que otra casa de Oidor u Obispo- y exageradamente medieval,
hundida en las costillas de volcanes y nevados, creadores de
cataclismos, conjuros y procesiones religiosas. ¡Y todavía existe
gente que declara pomposa e ignorantemente que no hemos progresado!
Pero aun en estas
condiciones las autoridades- en plena Colonia- se daban modos en
educar y en educarse, no se olvidaban del arte. Se escribía todavía
en Latín, es cierto, ¿ pero es que acaso en todo el planeta no se
hacía lo mismo? Antes que en inglés, la ciencia, la filosofía y el
arte estaban patentados en Latín que era el idioma de la cultura
universal, como antes fue el griego, o el sumerio. Y, por supuesto,
no se olvidaba el castellano, nuestra lengua madre de blancos y
mestizos.
Hace 400
años-¡imagínense un poquito!- la gente leía en voz alta, cantaba
en las iglesias cantos litúrgicos de Roma o de Alemania y, por la
muerte de un judío,veía teatro. Claro que a algunos les costaba un
ojo de la cara. Y más que eso, al Obispo Ribera- que vivió en plena
época de disipación y entrevero de curas y monjas- le costó el
odio de beatas y pueblo católico, por costear una pieza de teatro
en homenaje a su sobrina, según lo refiere el magno historiador
Federico González Suárez en su tan citado tomo IV.
Pero gracias a este
eximio historiador católico, poseemos los poetas el dato más
folclórico y festivo que pueda darse: ¡el primer concurso poético
realizado en 1613! ¡ Y todavía existen gentes que niegan cualquier
valor cultural a la Colonia! Y por favor, les ruego que no se rían,
pónganse en los zapatos de la época, en sus claras y evidentes
limitaciones: así nos cuenta González Suárez:
Diez
años después, en 1613, se celebraron en Quito solemnísimas
exequias por la reina doña Margarita de Austria, esposa de Felipe
tercero; además de los oficios en la iglesia, el Ayuntamiento invitó
a un certamen poético a todos los literatos de la colonia, señalando
diez temas y ofreciendo premios de primera y de segunda, clase para
cada tema. Los premios eran joyas de oro y de plata, telas de
seda y guantes de ámbar; los versos debían ser unos en latín y
otros en castellano. El mismo Ayuntamiento nombró la junta que había
de examinar las piezas y discernir los premios; los designados fueron
un oidor, el Fiscal y un canónigo.
Varias
composiciones poéticas se presentaron; pero sólo dos alcanzaron
premio; una en dísticos latinos, y otra en versos castellanos,
aunque, en rigor, ninguna de las dos tenía mérito ninguno.
p.
1937 . Véase
Ahora que los Rapsodas 3000
poetas están recibiendo trabajos para su concurso poético, es
seguro que el Jurado Calificador no podría aceptar el apodíctico
dictamen de González Suárez: “ninguna de las dos ( composiciones)
tenía mérito ninguno”. Y esto porque un historiador no es una
autoridad poética. Aristóteles ya distanciaba, en kilómetros, la
historia, de la poesía. Pero aún menos que un historiador, pueden
atribuirse autoridad un Oidor, un Fiscal y un Canónigo. Pero así
era en ese tiempo, era lo que disponían, no tenían más. Pero con
ese paso ejemplar, limitado y todo, sentaban las bases de la cultura
artística, educaban. Ellos llamaron a todos los literatos de la
colonia a participar en el concurso y sus premios no eran
despreciables. Era como llamar a miles de poetas del vasto imperio
español. Los Rapsodas 3000 llaman a todos los poetas
iberoamericanos y lo hacen con un sistema electrónico tan
impresionante que bien podemos convocar a todos los poetas de todas
las galaxias. En cuanto a los premios había virtualmente 20 premios
porque se premiaba a 10 temas con primero y segundo lugar. Pero no
les ha de haber ido tan bien puesto que solo se dieron dos premios.
Lo que implica que en toda la colonia
o no habían muchos poetas o habían tan pocos que por eso hubo
para solo dos premios o,lo que es más posible, todos los
poetas coloniales jamás
supieron del tal concurso poético en Quito. La culpa era, fue o
habría sido el que un comunicado local, vía autoridades coloniales,
no llegaba ni de broma a los interesados en concursar. Un bando en
una plaza, en todas las plazas, es tan limitado como un litro de
leche para cien personas.
Ahora
los Rapsodas 3000 realmente
han invitado al concurso a todos los poetas iberoamericanos que lean
en internet su convocatoria. Pero no todos los poetas están
interesados en internet, no todos concursan, o si concursan lo hacen
por metálico, y no todos han tenido acceso a la página de los
Rapsodas o del Palacio del Poeta. Tendremos
más participantes, eso es seguro, aunque no tantos para tamaña
convocatoria. Relativamente
estamos- en cuanto a participación- empatados con el primer concurso
poético colonial. Eso sí, nuestros jurados todos son poetas.
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