Las bellas letras
Betancourt
Las bellas letras
Por
Fabián Núñez Baquero
27/06/19
Nadie
sabe o quiere saber de las bellas letras. Es que tampoco quedan
calígrafos o grabadores de textos en piedra o mármol. Los primeros
escritores empezaron pinchando con punzón o cálamo sobre oscura
terracota, en tablillas de cerámica o estelas conmemorativas. Otros
lo hicieron sobre piel de carnero o de venado, en pergamino o cera. Y
en cada letra se pulieron tanto en escribirla que dejaron una clara
constancia de belleza. Al principio, claro, solo querían impregnar
la huella de una historia, una cifra, un cálculo. En sus medios
limitados solo tuvieron espacio para lo estrictamente imprescindible.
La
escritura de cuñas de sumerios y babilonios era somera y
sumariamente sintética. La de los egipcios imaginativa y colorida,
la de los chinos fatigosamente infinita. La de ahora literalmente
luminosa y políglota. Creo que existe una placa de escritura
deambulando el espacio en busca de civilizaciones extraterrestres
diseñada por Carl Sagan y su esposa. Aunque esta muestra es algo más
que escritura porque pretende llevar un mensaje virtualmente al
cosmos.
Desde la hermosa caligrafía visigoda hasta la del papiro en que
fueron escritos los clásicos griegos, las bellas letras justificaron
su calidad de tales. Es decir signos, símbolos de belleza, vehículos
de transmisión de pensamiento, de anhelos y de sueños de la
humanidad. Bien podemos afirmar que la escritura fue el salto
definitivo del homínido al homo sapiens, la herramienta fundamental
de su transformación.
Y
luego las bibliotecas. Hay que recordar que poseer una biblioteca era
símbolo de prestancia y de riqueza. La de Alejandría, que fue
incinerada por gente bárbara, fue un tesoro de saber y de ciencia de
su tiempo, cofre raro de bellas letras. Ahora hay poca gente que
tenga orgullo de poseer una biblioteca. Se encuentran libros botados
en los basureros o se los merca a costos bajos. La humanidad tiende a
desechar las bellas letras manuscritas o impresas de donde provienen
luego los grandes inventos y logros de la ciencia y la cultura. No se
diga las bellas letras como ocupación literaria y poética, parece
que nadie quiere saber nada de un empleo que fue hasta hace poco un
trofeo y un símbolo de una sociedad culta.
Como
es conocido la universidad no prepara escritores,ni puede hacerlo, a
lo mucho habilita, proporciona profesores que enseñan lo que son
las bellas letras, pero no lo que es ser escritores. Por lo demás un
escritor en esencia es la negación de la universidad, sus métodos y
sus metas. El escritor,por su propia naturaleza, cuestiona lo
ancestral, la costumbre y la tradición y propone nuevos prototipos
respetando,eso sí, todo lo progresivo que subsista en lo antiguo,
Por lo general hay que desconfiar de un escritor universitario porque
produce y reproduce las manías y averías del sistema. Construye
seres domesticados para tener y sostener el sistema dominante. La
universidad se opone a lo nuevo, a la creatividad, a lo no
establecido y propone el lucro como rasero de lo sobresaliente. La
universidad acostumbra a sus favorecidos a sobreponer el título
académico a su sencillo estatuto de persona, de ser humano.
El
escritor ama la humanidad,la biblioteca, las bellas letras, lee y
escribe.¿ Cuándo una universidad realiza un concurso de bellas
letras? ¿Cuándo apoya talentos literarios? ¿Cuándo imprime y
difunde bellas letras? No se estudia en la universidad un poema o un
cuento, un ensayo, no existen profesores para hacerlo. Ni arte ni
filosofía reales existen en las universidades, solo mera, plana
información sobre ellos, nada más.
Las
bellas letras son el eslabón perdido del hombre con la naturaleza,
con la especie. Si no existen ellas entonces se produce un abismo
entre lo humano y lo inhumano, entre la carne y sangre vitales y la
simulación virtual. Hoy, da pena decirlo, vivimos lo inhumano como
prosa y realidad de todos los días, lo inhumano grotesco de las
especialidades, de lo meramente formal y el lucro de supuestas
maestrías que cuestan un ojo de la cara y que solo sirven para subir
de escala económico-social, para justificar la existencia de
entidades supuestamente educativas.
El
escritor que ama y practica las bellas letras,es decir la poesía, el
arte de la palabra, ejerce la libertad creativa, abierta a todos los
vientos de las culturas, de la filosofía, de la ciencia y de la
vida.
La
silueta de un pájaro en el aire
proyecta
su resumen de existencia
leve
interrogación en el espacio
que
no pide permiso a los doctores
ni a
cultos, religiones ni poderes
¿Qué
pito toca la tradición
en
las alas flexibles de las aves?
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