Yoga, Tao y Poesía
La galaxia Corno, la llamo yo, pienso en un concierto de Handel...
Yoga, Tao
y Poesía
Por
Fabián Núñez Baquero
Mi amigo, el poeta Galo Vega, me preguntó-vía Facebook- si en el artículo del vacío y el poema, publicado en la página de los Rapsodas 30001, blog el taller, me estaba refiriendo al Tao2. Respondí sí y no. Sí a la alusión de la filosofía oriental del notable filósofo chino Lao Tsé, sí a la mención del vacío como elemento del Tao, el Camino del Medio, como el encuentro de la contradicción entre lo lleno y el vacío. Pero no sólo aludía a esa fascinante filosofía de los contrarios, sino a la no menos contradictoria filosofía pragmática y al vacío de la vida cotidiana. O al vacío que te crean o pretenden crearte en la vida.
En general el poema
responde a las dos vertientes. El vacío en el Tao es un elemento
metafísico3
de la realidad y hasta un factor decisivo en la laxitud de la mente y
del cuerpo. Tal cual cada asana del Hatha yoga- en esta disciplina de
origen hindú- se busca “vaciar” la mente y los sentidos de
cualquier pensamiento negativo o positivo con el objeto de apaciguar
el flujo sensorial. Igual el taoista chino Chuangtsé repetía como
leit motiv filosófico esencial, “Decir nada, no hacer nada”, su
fin no era otro que fundirse con la naturaleza, ser uno solo con
ella, transformarse en objeto natural,tal cual trabajan para serlo
los yoguis.
Yoga y Tao proponen y
practican el desprendimiento de lo individual y la entrega a la gran
cadena de la anulación de la causalidad, la lucha por no producir
Maya o Karma y desaparecer para siempre de la generación y de las
metempsicosis.
Pero el poema, en cambio,
llena el vacío, tanto el del Tao como, y principalmente, el de la
vida. O, utilizando categorías de la filosofía hindú, genera Maya,
ilusión, crea Karma. El poema, como la Naturaleza, aborrece el
vacío, huye de la nada. En este sentido es contrario al Tao y al
yoga. Si el universo puede, en última instancia, ser representado
como un viejo acumulador de gas y polvo para convertir el vacío, el
abismo en una supernova o una galaxia, el poeta, como el Cosmos, es
el sepulturero del vacío, un transfigurador de la nada en belleza,
hipostasia el silencio sagrado, pero, a la final, repelente, del
espacio y el tiempo, en estructura de cadencias y ritmos de semiótica
universal. Como el antiguo jugador de pelota azteca, que puede perder
la vida si pierde el partido, el poeta se juega la vida, gane o
pierda con su poema y antes y después de su juego semántico. Él
mismo es el poema que se juega la vida, en cada acento de esa extensa
alegoría de su creación poética.
La naturaleza ocupa
milenios en cada paso diferencial e integral, el poeta- como una flor
o un oso polar- destina su corta edad de homínido increíble para
delinear la génesis y la agonía del sol en todos los continentes.
El sol pare cada once años sus propias protuberancias lumínicas,
esas auroras boreales de asombro natural, el poeta, en sus éxtasis
de arrobo y mutación, vuelve a crear el Cosmos en versos percusivos
de ozono. Al poeta le visitan las tempestades, es agredido por la
naturaleza- como todos- pero acaso es el más flagelado por la
sociedad de lucro, el más inerme en medio de la tenaz acción
pragmática del hombre. Por eso el poeta es un vasto sistema de
compensación, una balanza que equilibra el vacío de la sociedad
actual y sus propias limitaciones, las de la sociedad y las de él.
El poeta crea- debe hacerlo- de la nada el nuevo orden donde la
persona sea tan importante como una flor o el incendio solar que nos
permite vivir a todos. El poeta es un generador de energía, un
motivador de lo excelso, que convierte la basura en estrella y su
propia soledad en tumulto y jolgorio, su pena en perspectiva hacia la
felicidad, su desolación en alegría. El poeta es el vacío, el
cero, el ser invisible que luego se materializa en los labios y el
corazón sonoro de la especie.
3En
verdad el término “metafísico” no es muy adecuado, tal como no
lo sería decir del Cero o de la noción de infinito que son
“metafísicas”. Esto no quita que la filosofía global del Tao
sea idealista y metafísica.
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