Metabolismo y poesía

Vasily Kandisky

Metabolismo y poesía
Por  Antonio Fabián Núñez Baquero

Parece que el juego poético tiene un equivalente en el juego del metabolismo humano y, por lo tanto, que hay un metabolismo poético que incide sobre el metabolismo biológico. La noción no es nuestra, ya los griegos- que se ocuparon de todo y crearon nuestra civilización- se refirieron a la gimnasia, ante todo como un ejercicio de la mente. Aristóteles habló de la catarsis (limpieza), como un proceso de purificación de las pasiones mediante el arte dramático y la poieisis o creación a través del lenguaje hablado y escrito. Ahora, un conocimiento científico de los procesos biológicos nos permite describir la relación directa entre la somática verbal y la humana y no solo en el público que oye o atiende una obra artística sino en el mismo prestidigitador verbal, el rapsoda o aeda.
De modo que cuando hablamos de somática (en las estructuras conscientes) no es una metafórica manera de hablar. Es que las estructuras conscientes mueven de forma particular, pero real, nuestra sangre arterial. Nuestra circulación sanguínea sufre transformaciones a través de las modificaciones respiratorias que se operan cuando escribimos o leemos un poema. Sobre todo, cuando escribimos y declamamos. El ritmo, los acentos, las pausas, norman la respiración y apaciguan o aceleran los sentidos, agudizan la sensibilidad. Necesitamos inspiración (respiración interna) más profunda cuando escribimos el apóstrofe exultante,
¡Oh flotante nube de verano
que buscas afirmarte en la colina,
dame tu aérea plenitud estable,
tu voluntad, tu camino vaporoso,
tu alegría confiada en el abismo!

O en la anáfora o la serie asindética:
Nube de paso
nube fiel
nube suspiro de verano
te pareces a la flor de un día
que vive y muere nítida en la tierra.
En todo caso no debemos olvidar que la creación poética es trabajo- jubiloso, entusiasta, de acuerdo-, pero trabajo, donde la inspiración (respirar por dentro, poner oxígeno al afán) laboral, es movimiento, ritmo de sangre arterial y neuronas. La palabra es la herramienta y la materia prima al mismo tiempo. Trabajamos, modelamos nuestra somática con la inspiración (oxigenamos la sangre con la respiración interna), y con el ritmo y las estructuras poéticas internas, conscientes, nos apoyamos para la renovación celular a través de la cadena de la sintaxis, de la semántica poética.
La poesía, por consiguiente, es un acto sanguíneo, respiratorio, circulatorio, de limpieza y regeneración celular, hormonal y neuronal, y no solo afectivo, catártico, como pensaban los griegos, que pusieron los cimientos a todo. Nada más y nada menos.
Ahora hay que partir de otra estructura consciente, por ejemplo, la sinestesia o el oxímoron. Recordemos que se partió del motivo por medio de la imagen, fue la imagen de la nube en la colina que surgió espontánea en el taller. Pero la imagen es algo más que una estructura interna: es una circunstancia objetiva, un hecho material, la comprobada certeza sensorial de la nube en la colina. Esta imagen procreó el motivo, el motivo se sustentó en la imagen, motivo e imagen se transmiten su relación biunívoca. Hoy debemos iniciar otro movimiento desde una figura como la comparación o la metáfora.

Con el barro de siglos enmudece la piedra
los milenios apuntalan el fervor de planetas
pero un botón de aire
una manzana de silencio
bastan para plantar el bosque de los astros

Aquí partimos con la sinestesia,
Con el barro de siglos enmudece la piedra
Es evidente que la propuesta cinestésica logra generar una especie de motivo, o, al menos, casi una imagen material. Barro, piedra, son sustancias materiales. Ya solo este hecho nos obliga a continuar usando sustantivos sólidos: planeta, aire, manzana, bosque, astros… por cierto la sinestesia no puede vivir sin objetos que produzcan sensación, fricción de sensaciones y produce, desde luego, lenguaje sensorial.
Y no podría faltar el oxímoron, esa absurda transpolación de sensaciones, donde los sentidos se confunden en la común confusión de sentimientos:
Soneto del encantado amor
Por  Antonio Fabián Núñez Baquero

Si te invade un gozoso escalofrío,
si enfermo estás de un mal que siempre sana,
si mueres de alegría cotidiana
estocada de amor es, desafío.

¡Ay del amor y del enamorado!
La muerte que recibes es de vida,
es muerte de amor, muerte querida,
¡es morir por vivir alucinado!

Si estás muriendo así, muere en el día
una y otra vez, muerte desea,
que te maten de gozo y de alegría,

que esta muerte deseada te sonría,
que sea día tu noche, que te vea
¡agonizar de risa cada día!





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