Quizás la única honradez posible

Paul Klee

Quizás la única honradez posible
Por Fabián Núñez Baquero
07/02/2019

En un mundo de calamidad y de simulación generalizada, quizás la única honradez posible sea la poesía. Pero hay que subrayar la palabra quizás. Talvez, quizás, y esto porque hay gente que lo adultera, lo prostituye todo: la religión, la política, el arte, todo.

 Como siempre el arte, la política, la ciencia, la poesía, no son responsables del mal uso que se haga de ellos o de los errores o crímenes que se cometan a nombre de ellos.

Era por esta razón que Platón exigía ante todo y como prioridad la práctica del bien, la probidad, a los políticos; pero, claro, fue Maquiavelo quien inauguró el modo amoral, cínico de tratar la política, que ahora lo siguen a pie juntillas los políticos y politiqueros al granel que deambulan y vegetan con éxito en este pícaro globo. Platón fue más allá: exhortó a expulsar de la república a los poetas, a quienes consideraba propaladores de mentiras y de mitos falsos o dañinos para el pueblo. Claro que no tocó a gigantes como Homero o Hesíodo, aunque no dejó de someterlos a crítica sana. Por supuesto ser probos, cabales, siempre será la prioridad en todo tiempo, al menos hasta cuando el planeta sea dirigido y poblado por hombres y no por robots.

En fin, se supone, con suposición sana y no ingenua, que un poeta que practica la poesía debe estar impregnado de la probidad excelsa, el altruismo y bondad que detenta la poesía. El poeta que no detenta la virtud de ser desinteresado, limpio, no puede ser poeta, en lo que significa la integralidad del significado. Por cierto, hay poetas- y hay veces muy buenos- que violan la regla y son la excepción, pero al fin y al cabo no desisten de ser malas personas y su arte de alguna manera dejará ver su naturaleza.

Desde luego hay una corriente amoral- como en política- que separan al hombre del poeta, convirtiéndolo en animal bicéfalo, ambiguo, con dos caras independientes: por un lado puede ser buen poeta y por otra mala persona. Es una concepción que la rechazamos, a pesar de las excepciones. Si nos refugiamos en la poesía es precisamente porque buscamos limpieza de miras y objetivos pulcros. No andamos tras la fama o el peculio, el triunfo falso o la proclama barata o momentánea. Queremos consuelo, fuerza, energía y fuente de vida, esperanza y proyección de futuro.

Nos basta la belleza, la sencillez y el poder de la palabra. Todo esto nos conforta, todo esto nos da, nos regala la poesía, y es suficiente. La ganancia del poeta es el poema, el verso poema, la estrofa bien lograda, la arquitectura literaria que se obtiene con alegría o con la lucha por salir adelante, por rendir los obstáculos. Bienaventurados los que no tienen más dios que la palabra, el paño de lágrimas y el pañuelo de los que luchan, el arma nuclear para vencer el desconsuelo, la bandera de la inconformidad cotidiana en busca de lo mejor y más alto, el hito y la señal de futuras victorias. Quizás por esta concepción escribo ahora este poema:

Soy el que era

Firme firmamento en que sustento
la rara raíz de mi alimento,
protejo tu escala y tu escalera
afirmo la firmeza de tu era.

No pido tregua ni paz al viento
si tengo mi base y basamento
en la tierra, el aire, dondequiera
se abra paso la virtud sincera.

La honrada virtud de mi cimiento
se proclama desde mi nacimiento,
desde la cumbre de mi edad primera.

Con palabra, frase o parlamento
he jugado limpio el sentimiento
de ser y no ser lo que soy... y era.




Comentarios

  1. Si alguna honradez es posible se puede acaso divisar en la lejanía, en la remota estancia de la poesía.Y esto porque el hombre en ella vuelve a la inocencia, a la desnudez natural, a la conciencia limpia del niño.

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