La emoción, base del arte

La emoción, base del arte

La emoción, base del arte
Por Fabián Núñez Baquero

20/09/18


La emoción es, en última instancia, la base del arte. Y ella implica una serie de factores que integran el entorno geográfico, físico donde nos desenvolvemos, el ambiente familiar, cultural, político,la cosmovisión del individuo, sus metas, su educación, su sanidad, entre otros. Y a la vez, la emoción, que es parte de la fisonomía y personalidad de cada cual, incide e influye en los demás factores de cada individuo. La emoción es la esencia afectiva de la sensación. Lo afectivo representa los sentimientos más esenciales de la humanidad. Es diferente cuando alguien dice:
el tesoro de la reina,
 que:
reina, tesoro..

La primera sentencia se refiere a un dato escueto, descriptivo, sobre una reina concreta y su riqueza y la segunda a un requiebro, a una forma sensorial, afectiva, de nombrar a la novia o amada. Desde luego una y otra oración es fácil de distinguir en su versión oral, no así en su versión escrita. Es sencillo percibir el lenguaje directo de la música o del arte visual ( aunque existen elaboraciones muy sofisticadas no tan simples), pero, en general, se requiere cierto desarrollo cultural para leer y descifrar un poema. Una palabra cotidiana escuchada, un gesto, la mímica o expresión corporal, todas las personas lo entienden, no así la diversidad de emociones expresadas a través de la poesía escrita: la ira, la sátira, el deseo, la venganza, la mofa, la ternura, la esperanza, la sugerencia, los diversos grados de la sensación de amor, la alegría, el dolor o la pasión, etc.

Es evidente que escuchar la declamación o lectura en voz alta de un poema facilita su entendimiento, pero para su cabal comprensión en la lectura individual se necesita un esfuerzo adicional, un desciframiento o desvelamiento paulatino. Y este es el motivo principal porque haya pocos aficionados a la lectura poética: porque se necesita desvelar emociones, descifrar la lógica de la sensación. Una de las labores del poeta, del lector de poesías, es precisamente descodificar la lógica de las emociones, entender su semántica, el hilo conductor de la expresión artística. Es verdad que en poesía no todo es emoción, existe el bagaje cultural, la experiencia del poeta, su capacidad de leer el mundo, el corazón humano, de entender las palabras. 

Pero para que se dé el verdadero fenómeno poético todos estos factores tienen que vestirse con la suave e infaltable película de la emoción. La emoción es entusiasmo, vibración de los sentidos, energía recóndita, interna que surge como el espontáneo manantial térmico, desde las claras concavidades- u oscuras, si más da- del sentimiento personal. Un robot puede-debe-combinar palabras, pero no puede combinar emociones ni desatar la energía de la sensación semántica que atraviesa la senda del corazón a la cabeza y a los labios .

 Solo son palabras, se dice cuando no hay verdad sentida en lo que se expresa. La verdad de las palabras se manifiesta en la poesía real. Sentimientos veraces inoculan de realidad a la naturaleza ficticia de la poesía. Un poema real no es solo la acumulación de palabras como una obra de arte no es solo acumulación de sonidos o colores. Un robot es predecible y su combinatoria sin alma, sin la penumbra cálida de la vitalidad humana. No puede ni debe reemplazar la vulnerable pero insólita solidez del hombre. Es tarea imposible que una máquina pensante pueda escribir:

Mi ser es montaraz, en sol se baña
y en sombra y en penumbra y en olvido.
Una alta soledad me ha trasmitido
la tristeza más íntima y extraña...

FNB. de Voces errantes

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