Los poemas sencillos y lo verdadero


( Y )Umbral de la poesía

Los poemas sencillos y lo verdadero

Por Fabián Núñez Baquero

18/05/2013

 

 

La mayor prueba de la creación y del lenguaje es cuando el poeta vuelve a los temas centrales de la existencia: la muerte, el amor, la madre. Parecería que se evaporara la sabiduría técnica, la arrogancia, la supuesta configuración de nuevos lenguajes, esa petulancia casi automática que algunos poetas poseen frente a sus creaciones. A cambio se perfilan dura, difícilmente, las palabras concretas y sólidas y parece como que éstas se armaran de un nuevo perfil, un filo agudo, y que el corazón vacilara en su lucha por lo esencial, lo imprescindiblemente necesario, lo inconfundiblemente verdadero.

En este mes dedicado a honrar a la madre y su papel cardinal en la existencia humana, la sensibilidad del poeta adulto acaso sea la más indispensable y oportuna. Él retomará su sencilla guitarra y empezará a bordear los arpegios y tonos adecuados para endilgarlos a ese ser excepcional que es la madre.

Los rapsodas producimos rapsodias, por eso las forjamos en pleitesía a nuestra madre. Los elementos surgen y se coordinan- con una espontaneidad de pájaro en vuelo- desde la argamasa existencial, de la necesidad orgánica  que estremece nuestra sangre. Hablar de teorética estética ahora es como si quisiéramos convencer al ser amado mediante el grosero conocimiento sensual olvidándonos del dulce brillo de sus ojos.  Sabemos que estamos frente a un motivo esencial, entonces las palabras solo serán la forma, el parlante de los extraños sonidos de nuestro corazón. Por la madre y por mi madre, he escrito 3 rapsodias que aspiro que aporten a la apologética universal de la madre.

 

Menuda tarea de mi madre
( Rapsodia 1 )
 

Mi madre visitaba la ciudadela de lo imposible

Con pies descalzos

Con estómago vacío

 

Su lucha era por no perder la cabeza

Porque en medio de la tempestad

Mantuviéramos el cuerpo caliente

Y el corazón esperanzado

 

Menuda tarea de mi madre en la tormenta

 

No tuvo sino cuarto año de escuela

Y tenía la sabiduría del vacío

Del humilde tallo de trébol

Que se sostiene contra el viento

Y cantaba canciones de amor y de fortuna

Cuando no sabía cómo diablos conseguir

Un pan para engañar el vientre

O cómo pasar el río sin puente y sin abrigo

 

Menuda tarea de mi madre en la tormenta

 

Se adelantaba al día en madrugada

Para buscar al sol bien calientito

Como al pan de la aurora

 

Mi madre empezaba bien temprano

En todas las cosas

Cosía hasta bien entradas las estrellas

Tejía colchas y amasaba el pan

Era una maga

Para detener el tiempo a su favor

Su día se alargaba en muchos horas más

Pesaba y medía la eternidad

Con ojos bien abiertos

 

Menuda tarea de mi madre en la tormenta

 

¡Cómo pudo equilibrar la barra del destino!

Ni Copérnico lo sabe

¡Cómo pudo hacer crecer la espiga del pantano

Y el pan sin levadura!

Son problemas para Pasteur y Darwin

 

Y cantaba con su guitarra de Arabia

Con su voz de miel

Dulces motivos para endulzar la vida

¡Cómo endulzaba la vida tan amarga!

 

Menuda tarea de mi madre en la tormenta

 

Si alguien encontró la piedra filosofal

Esa fue mi madre

Humildemente transmutaba en oro la hiel

En diamante la desesperanza

En amor el odio y la maledicencia

Lo complejo en simple palabra verdadera

 

Menuda tarea de mi madre en la tormenta

 

Sin ser maestra ni filósofa

Nos enseñó cómo funciona el vacío del ser

A llenar el vacío del ser

Con la lucha

Con la nada

Y tenía una ternura tan noble y tan recóndita

Que hizo temblar la mano de la muerte

El momento de su tibio y último adiós

De su postrer presencia entre nosotros

 

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