De brevedad en brevedad…



¡Qué pequeño es el hombre frente a la naturaleza y qué grande!


De brevedad en brevedad…

16 Umbral de la poesía


Pocos pueden percibir el esfuerzo en la brevedad. Y menos la calidad del compendio. A un resumen con pincel le sobran los colores. Un poema real puede perderse en una gota de sol entre los árboles. Es curioso, en la inmensidad de un continente como es China, talvez por la infinitud de sus recursos y como contraste, surge el poema corto. Yo diría que es una respuesta a su don de pintar con grandes trazos sintéticos porciones de la naturaleza o gestos esenciales del ser humano. Talvez la paciencia prolongada de estampar el grabado de sus caracteres en su diferentes idiomas y en un mismo idioma la especialidad de lenguajes de letrados o de filósofos, les hizo respetar la esencialidad de las palabras.

En el taller hemos leído a Li Po, a la incomparable y tierna Li Ch’ing Chao, a Wang Wei y lo que hemos percibido es el murmullo real de la síntesis. Pocas palabras y palacios encendidos reflejándose en el agua. Flores que se desatan de su perfume y montañas que miran cara a cara al hombre, ese advenedizo del planeta. Esos poetas llevaban en la sangre y en las neuronas la filosofía del Tao que de alguna manera inscribe al hombre como una yerba más en el escenario cósmico. El Tao no sólo es el Camino que el gran maestro Lao Tzé reveló a los chinos y al mundo. El Tao es eternidad en un segundo, el universo como presente. Para un taoísta el tiempo es- igual que para los budistas- una maya, una ilusión. Solo el presente es verdadero. Por eso la tendencia del poema chino es graficar el momento: al menos probemos un bocado de Li Ch’ing Chao

…yo todavía rozo estos pétalos caídos,
todavía me envuelve este perfume
que no acaba de irse
Y toco este momento todavía

Puede asegurarse que esta noción de eternidad en el presente es imposible de ser mimetizada sin ser taoísta, sin acercarse a la filosofía de Lao Tzé, o a su elaborada versión posterior: el Wen Tzu. Pero, a la vez, nos enseña a los poetas, que sin una filosofía- cualquiera que sea ésta- no es posible tener una perspectiva, una cosmovisión a través de la cual destilar nuestras visiones y desde la cual nuestra vida adquiere un sentido. El poeta pude escribir un poema creyendo que contribuye al mejoramiento de la especie, pensando como darwinista, o acercando a las almas, pensando como teocrático, o contribuyendo a la revolución mundial si es socialista. El asunto primordial es que lo haga bien. Sin filosofía nos transformamos en artesanos de la palabra y no en artistas, sin que eso signifique una peyorización del acto artesanal, que el buen poeta debe aprenderlo con precisión.

Antes del Tao existió el poema épico caudaloso y gigantesco, sin bordes y sin limitación: Viaje al Oeste o las historias del Rey Mono, épica singularísima y divertida, frente a la cual palidecen muchas novelas o prosa con pretensiones más amplias. Pero de alguna manera esta obra es una cosmogonía y una etapa primitiva, como la de la Odisea para los griegos o del Mío Cid para los castellanos. Sólo el Tao- que vino después- podía prohijar la lírica de los poetas del momento, extasiados de presente.

Un eco muy lejano de este mester en occidente se encuentra en el soneto del Petrarca, su inventor, o en la octava real con que escribió el gran Camoens su celebrado poema épico.Pero luego tenemos- de invención gala- el rondó, el trioleto, el rondel. Y de imaginación árabe, el Ghasel- el tejido- de seis versos pareados. Por supuesto que existen otras estructuras, pero ahora tomamos éstas como ejemplo de brevedad.
Si vamos a utilizar tan pocos versos y tan pocas palabras, lo que decimos debe tener condumio.
En Zen o en taoísmo hasta el disparate debe tener sentido. Por supuesto, sin el Zen es impensable el Haiku o el Haikai, las versiones sensoriales o conceptuales de la poesía japonesa. La semántica de lo mínimo debe ser condensada, concentrada en los grandes temas que elevan al hombre a la altura de su misión o de su extraña y aguda sensibilidad.

Pero la brevedad occidental del soneto o la octava real- sin el taoísmo- decae en los temas amorosos, en los motivos bien resbalosos de la tan manoseada cotidianidad sin vuelo, sin verdadera carga poética.

Es difícil poetizar la vida. Comenzamos por tener una filosofía. Si la vida es efímera y sólo existe el presente, entonces captémoslo en lo más bello y preciso de nuestra sensorialidad y mente, parecen decirnos los budistas o taoístas chinos que escriben poesía. No decaigamos en lo vulgar, en lo grosero, en lo insubstancial. Nos presentamos con el mejor vestido ante nuestros amigos y las palabras que decimos deben ser escogidas.

Petrarca pensaba el amor como el motivo central de la vida: Laura fue la excusa para su creación como también Laura fue el pretexto del Dante para dar salida a su cosmovisión cristiano idealista. O, talvez, sea más exacto decir, el gran poeta que había en Dante, utilizó de subterfugio a Laura , para realizar su gran obra en la cual le alumbró su cosmovisión cristiana. Pero la brevedad del Dante se intensifica en cada terceto. Cada uno de ellos en su catedral llamada Divina Comedia es perfecto. Podría decirse que Dante sabía el secreto de la brevedad. Y de brevedad en brevedad, con el hilo de su cosmovisión, hizo el poema mayestático.


El rondó y el rondel son hijos de los cantores amorosos y trovadores del amor en Francia y en toda la periferia provenzal. Su acento, su ritmo, son mínimos requiebros o requerimientos de amor. El Trioleto es un primor de ironía, para el amor y la vida. Son también estructuras de la brevedad, pero su filosofía no puede emparentarse con la sustancial y desolada geografía del poeta chino inerme y gigante a la vez frente a los poderes de la naturaleza y al amor de un día.

Leo y releo el Tao y el Wen Tzu desde hace muchos años, pero sería un estúpido más si dijera que soy taoísta, serlo implica serlo. Aun con el yoga puedo afirmar axiomáticamente: practico el yoga pero no soy un yogui. En verso puede decirse que podemos imitar un Haiku, que no es lo mismo que ser poetas haiku.

Podemos imitar el trioleto o el rondó y la imitación puede salirnos mejor que el original, ¿por qué? Por nuestra tradición occidental con el acento en el amor como motivo artístico. Podemos ser breves a la manera occidental, si es que podemos serlo. Si lo hacemos bien. Después de todo nos separan continentes y siglos, talvez milenios, y los chinos son los chinos y nosotros somos nosotros. Hablo exclusivamente en el plano cultural, porque como humanos, como zoo politikon, como seres sociales, políticos, somos iguales.

La brevedad- si he podido ser claro en lo anterior- implica una responsabilidad ideológica y una disciplina para mostrar lo esencial. El ejercicio poético es un don artesanal y artístico a la vez, comandado por una cosmovisión que es el foco que nos alumbra en el camino. De células se conforma el cuerpo humano, y el poema, de brevedad en brevedad, arma su estructura evanescente.

Hemos dicho que nos presentamos con lo mejor de nuestros vestidos ante nuestros amigos, queremos que nos vean bien, a nadie- que no sea un desnaturalizado- le gusta que le vean en estado de embriaguez, sucio, vomitado o roto las ropas. Queremos ser limpios. A veces no lo podemos como sería nuestro deseo, pero debemos intentarlo siempre.
Ahora vamos a intentar crear una estructura de hasta seis versos, con tema libre y verso blanco. Apoyémonos en el símil y la metáfora. Es un trabajo breve, pero de brevedad en brevedad…

Ahora escribo inspirado en esos poetas chinos, pero con mi lenguaje occidental de lector del Tao y del Wen Tzu:

La neblina con su rebaño de ovejas
Enmudece de soledad frente a los árboles
La lluvia puede venir o no venir de visita
Me conformo con esperar el sol hasta que vengas

Tengo un solo árbol en mi casa
Uno solo como yo
tratan de destruirlo con pretextos
un árbol en la ciudad es un escándalo
los pájaros se alegran
y sé que me agradecen la existencia

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