Los pingüinos con sus impecables fracs corean el eterno día polar


Nadie me puede negar que estos seres de glaciación y hielo infinito nos enseñan a cantar a capela, organizada y colectivamente. Nos dicen que el canto y la conversación son dones de todas las especies, a condición, naturalmente, que escuchemos a los demás y a nosotros mismo.¡Y lo hacen con tanta elegancia!

El canto es colectivo, pero la voz es particular, y, a veces, es tan privativa y recoleta, que parece unidimensional y unipersonal. Un oso polar también canta a su manera y los delfines modulan poemas cifrados en alfabeto binario. Todos ellos son atentos y curiosamente concentrados, unifican la voz y la acción, sus palabras y la coordinación de los sentidos. Y, sobre todo, son el colmo de atentos con la palabra y el quehacer de los demás.

¿ Y nosotros? ¿Sabemos escuchar? ¿Tenemos el cultivo de los sentidos para oir un poema o la simple exposición de otros? Talvez la mayoría de las personas no lo hacen. Pero ¿ y los poetas? Si no atienden a los demás, no pueden atenderse a ellos mismo. No son poetas. Porque el poeta es una oreja larga y nervios encendidos. Es radar y esponja, paño de lágrimas y árbol de la esperanza. El poeta tiene, debe concentrarse en la conversación de los seres y las cosas con todos los sentidos que tiene y que no tiene. Debe distinguir la calidad, la forma, el sonido, los matices de todo.

Muchos han renunciado a dar una definición a la poesía. Es difícil, tienen razón. Pero la poesía es matiz, distinción, calidad de reflejo y de invención, es el arte de diferenciar todas las modulaciones y combinaciones que el universo, los hombres y la mente pueden reunir en su maravillosa caja de artilugios.
Y para atender a los seres, para diferenciar, es necesario respetarlos y saber que ellos, como el manantial o el bosque son sagrados para toda la naturaleza y la humanidad. Y que el silencio del oído atento es el más alto homenaje que podemos hacerles. Talvez por eso escribí hace unos días este poema, que, a la vez, es una práctica de Taller:



Silencio arbóreo
Por Fabián Núñez Baquero
02/03/2012

Silencia, bosque, tu manantial arbóreo,
Calla del viento su lenguaje estentóreo.

¿Silencias, árbol, tu manantial arbóreo?
¡Arboriza el manantial, bosque hiperbóreo!

Arboréa el silencio su manantial boscoso,
¡Dulcemente arboriza, manantial silencioso!

De árbol es tu silencio
Bosque que reverencio.

Silencio arboral
Árbol reverencial.

En el manantial el bosque se silencia…
Silencio de árbol, callada reverencia…

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